África, Noticias — 14/06/2016 a 6:18 pm

Apropiación empresarial de semillas en África

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Los agricultores ecológicos de Machakos, Kenia, dicen que las empresas de fertilizantes y semillas llegan a utilizar a sus propios responsables y comerciantes agrícolas en los pueblos para que publiciten agresivamente el uso de sus productos. Cuando se hace evidente que sus promesas no se van a cumplir, nadie compensa a los agricultores por sus pérdidas.
La semilla es el primer eslabón de la cadena alimenticia […]. Si los agricultores no tienen sus propias semillas o acceso a variedades de polinización abierta que puedan guardar, mejorar e intercambiar, no tienen soberanía de semillas y, por lo tanto, no tienen soberanía alimentaria. (Shiva 2012)
Por Jana M. Grieb para Pambazuka. Traducido para Umoya por Sara Nieto Reyero. 12/5/2016

 

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Dinka Basuki/AIRD

Desde que existe la agricultura, los agricultores han seleccionado y almacenado semillas sanas para la siguiente cosecha y cultivado variedades nuevas que garantizan la conservación de la biodiversidad agrícola. Desde que los científicos comenzaron a cultivar y producir semillas de forma profesional, creando semillas híbridas y modificadas genéticamente en laboratorios especializados, la producción de semillas se ha convertido en un gran negocio a nivel global. Su objetivo es crear un mercado global de semillas concertado con productos uniformes que aliente a los agricultores de todo el mundo a aplicar el mismo modelo industrial de agricultura. Esto incluye la compra de semillas industriales caras, fertilizantes y pesticidas químicos y el uso de la irrigación para conseguir un alto rendimiento y un producto estandarizado, independientemente del balance natural e ignorando las condiciones ecológicas y climáticas locales.

Hemos observado esta presión para la mercantilización, financiación y privatización de la naturaleza en el reciente aumento de la apropiación de tierras y aguas en África y la creciente influencia que ejercen las grandes empresas transnacionales (ETN), como Monsanto, ante los gobiernos, con el fin de aplicar las leyes de semillas que desean. Sin embargo, el modelo industrial de producción pone a los pequeños agricultores en un grave peligro, ya que pierden el control sobre su propio territorio, su suelo y sus semillas y, a la larga, sobre sus alimentos. Este artículo versa sobre las experiencias de las comunidades de agricultores en Gatundu y Machakos, Kenia, que han compartido cómo las grandes empresas de semillas y las políticas de semillas arriesgan su sustento y cómo se han organizado para contraatacar.

Una revolución verde para África

Foto: Tineke d’Haese

La abundancia de recursos naturales en África es una auténtica mina de oro para las empresas transnacionales, los gobiernos y las agencias de desarrollo, que pretenden comercializar y privatizar cualquier recurso que puedan obtener: agua, minerales, petróleo, energías renovables, bosques o semillas. Las tierras de cultivo son uno de sus principales objetivos. Los terrenos en los que se han llevado a cabo transacciones de tierras y apropiaciones ilegales de tierra en África durante la última década abarcan un área mayor que Francia, Alemania y el Reino Unido juntos [1]. El reciente interés por la tierra no es ninguna sorpresa, teniendo en cuenta que África tiene unos 600 millones de hectáreas de tierra cultivable sin aprovechar [2] —una clara oportunidad para todo inversor internacional—. Asimismo, el sistema de semillas todavía no está bajo el control de las corporaciones, ya que más del ochenta por ciento de las semillas de África se produce y comparte a través de un sistema de semillas “informal” entre agricultores (AFSA; GRAIN 2015:5).

Actualmente, toda una armada de actores globales de la industria de las semillas, ministerios de cooperación y desarrollo y diversas iniciativas hacen presión para establecer un mercado lucrativo para las empresas agrícolas privadas en África y minimizar las intervenciones del Estado. Entre ellas se encuentra el Banco Mundial, el Banco Africano de Desarrollo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el grupo de los ocho países más ricos (G8), la Unión Africana, la Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA) fundada por Bill Gates, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y muchos otros [3]. Se necesita una segunda revolución verde en África que, supuestamente, garantizaría la seguridad alimentaria y favorecería el desarrollo económico. Pero, ¿qué podría significar una segunda revolución para África si tenemos en cuenta los efectos devastadores que tuvo la primera en países como la India?

La Revolución Verde, introducida en los años 50 por la Fundación Ford y la Fundación Rockefeller, se aprobó como estrategia para luchar contra el hambre en el mundo a través de la distribución de variedades de plantas científicamente “mejoradas” en los países en vías de desarrollo. De hecho, la siembra de estos cultivos de alto rendimiento (HYC) trajo un aumento extremo del rendimiento en Asia y Sudamérica. Los agricultores extendieron las áreas para la plantación de arroz y trigo a costa de otros cultivos. Como consecuencia, la producción de cereal en Asia se duplicó entre 1970 y 1995. Las desventajas de cultivar HYC y otras variedades híbridas fueron los altos costes que requirieron la enorme cantidad de fertilizantes, pesticidas químicos e irrigación necesarios y que empobrecieron los suelos. Los agricultores que no pudieron permitirse estos costes adicionales se endeudaron durante años y se quedaron con sus hectáreas de tierra estéril. Además, los monocultivos de arroz y trigo condujeron a una ingente pérdida de biodiversidad. En 1995, las Naciones Unidas reportaron que el 75 por ciento de la biodiversidad agrícola había desaparecido a causa de la introducción de las variedades “modernas” [4].

La Revolución Verde de los años 70 no prosperó en África por varios motivos. Sin embargo, los principales protagonistas del capitalismo global están tratando de conseguirlo ahora. La Fundación Bill and Melinda Gates y la Fundación Rockefeller crearon la Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA) en 2006 con el objetivo de reducir el hambre y garantizar la seguridad alimentaria en África. Ni su retórica ni sus métodos son nuevos: al abrir el sector agrícola a grandes inversores privados y ETN, AGRA pretende establecer una agricultura basada en el uso de insumos con “semillas mejoradas” y fertilizantes, todo por “satisfacer las necesidades específicas de los agricultores africanos” [5]. AGRA fue fundada por numerosos ministerios de desarrollo, fundaciones y programas y el Gobierno de Kenya.

Control corporativo de las semillas

El punto de salida de esta nueva Revolución Verde son las semillas, “el primer eslabón de la cadena alimenticia” (Shiva 1012). La mejor forma de conseguir el control corporativo de las semillas es presionando a los gobiernos para que implanten nuevas leyes de semillas. Estas incluyen leyes de propiedad intelectual y la regulación del comercio de semillas, medidas que tienen por objetivo privatizar la producción de semilla-monsantosemillas y prohibir las de los agricultores no registrados. Jane Ininda, directiva del programa de AGRA, hace hincapié en la necesidad de “implantar sistemas reguladores que analicen y permitan un influjo de nuevas variedades rápidamente” [6]. Estos sistemas reguladores vienen respaldados por una serie de organismos subregionales de África, como la Comunidad del África Meridional para el Desarrollo (SADC), el Mercado Común del África Meridional y Oriental (COMESA) o la Organización Regional Africana de la Propiedad Industrial (ARIPO). Las restricciones de su mercado y sus planes de protección de variedades vegetales son un préstamo directo de los Estados Unidos y Europa (ADSA; GRAIN 2015:3).

El COMESA, por ejemplo, implantó regulaciones que solo permiten que se cultiven y vendan semillas autorizadas entre sus 20 estados miembros [7]. Los pequeños agricultores, que facturan alrededor del 75 por ciento de la producción agrícola del continente, no fueron incluidos en las negociaciones del COMESA. Sus métodos de cultivo, por lo tanto, se vieron amenazados. La gran mayoría de los agricultores de África son familias que cultivan una media de 1,6 hectáreas de tierra (Salami; Kamara; Brixiova 2010:21). Apenas se utilizan fertilizantes y pesticidas químicos en la mayoría de los países africanos, a excepción de Sudáfrica (Ibídem.) Las semillas se guardan de la cosecha anterior y se cultivan en la siguiente temporada. Tradicionalmente, las mujeres se encarg(aban) de la tarea esencial de seleccionar las semillas. Con la nueva regulación de semillas, se criminalizan los sistemas informales de intercambio de semillas. Sus variedades locales no se protegen porque no siguen los criterios PVP [8]. El acuerdo del COMESA prohíbe los movimientos transfronterizos de variedades no registradas.

Otra medida es crear monopolios para la producción de semillas que limitan peligrosamente la elección de los agricultores sobre qué semillas comprar. AGRA ya implica a más de 100 empresas de semillas, lo que representa cerca de un tercio del mercado [9]. En lugar de cultivar sus propias semillas, cuidadosamente seleccionadas a lo largo de los años, los agricultores se ven obligados a utilizar semillas industriales, que son caras y, con frecuencia, no están adaptadas a las características específicas de la región. En Kenia, los agricultores han recibido supuestamente 6.000 chelines (92 dólares estadounidenses) en bonos del gobierno para hacerles comprar semillas “mejoradas”, fertilizantes y pesticidas [10]. El dinero viene de AGRA. Queda sin resolver la cuestión de cómo van los agricultores a mantener los altos costes de estos insumos una vez que los donantes dejen de subvencionarlos.

Fundaciones como la de Bill y Melinda Gates invierten ingentes cantidades de dinero en investigación [11] que debería mostrar los beneficios de las semillas híbridas y genéticamente modificadas. Las mismas fundaciones están estrechamente relacionadas con las empresas transnacionales, que lanzan grandes campañas publicitarias para vender sus productos. La Fundación Bill y Melinda Gates, que supuestamente se compromete a mejorar las vidas de los agricultores, posee acciones de Monsanto valoradas en 23 millones de dólares. La presión para liberalizar los mercados, condicionar las leyes de semillas y permitir las modificadas genéticamente aumenta en aquellos estados que reciben ayuda económica de estas fundaciones. Kenia, por ejemplo, está a punto de levantar la prohibición de los organismos modificados genéticamente tras la presión ejercida por parte de Monsanto, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y la Fundación Gates [12].

Los agricultores ecológicos de Machakos, Kenia, explicaron que las empresas de fertilizantes y semillas incluso utilizan a sus propios responsables y comerciantes agrícolas en los pueblos para que publiciten agresivamente el uso de sus productos. Cuando se hace evidente que sus promesas no se van a cumplir, nadie compensa a los agricultores por sus pérdidas. Joyce Mueti, agricultor a pequeña escala de Machakos, explica que “compramos semillas certificadas y nos dijeron que, si no crecían, mandásemos un SMS a la compañía de semillas. ¡Los cultivos fallaron y cuando telefoneamos a las compañías, las llamadas no entraban!”.

Los agricultores resisten

Afortunadamente, la mayoría de los agricultores rechazan las semillas de las empresas. Los estudios muestran que los agricultores de Uganda, Ghana, Benín, Kenia y Tanzania generalmente prefieren sus variedades locales en lugar de las desarrolladas por el Instituto Internacional para la Agricultura Tropical (ITA) [13]. La resistencia frente a la industria de semillas crece y las organizaciones civiles, como la Alianza por la Soberanía Alimentaria en África (AFSA), cada vez están más concienciadas con este tema.

En jornadas organizadas por el grupo Fahamu Redes para la Justicia Social, los agricultores ecológicos de Gatundu, Kenia, enseñaron a otros agricultores los beneficios de los cultivos ecológicos. Explicaron que es un sistema sostenible, ya que la variedad de cultivos garantiza la fertilidad del suelo, preserva la biodiversidad y es menos vulnerable al cambio climático. Además, es más barato, ya que no depende de insumos externos.

Los agricultores de Gatundu y Machakos están comprometidos a retomar sus prácticas tradicionales de selección y almacenado de semillas. Han decidido organizarse para difundir la información de cómo las leyes de semillas otorgan a los negocios agrícolas el control sobre las vidas de los agricultores y, a largo plazo, sobre las vidas de todos, al decidir qué plantar y qué comer. Joyce Mueti, de la Asociación de Agricultores a Pequeña Escala de Machakos sugirió que “todo agricultor que tenga sus tierras cerca de la carretera debe ahora poner un cultivo de demostración con un cartel que indique ‘semillas indígenas’; esta es la mejor forma de enfrentarse a las empresas de semillas”.

Jana M. Grieb

*Jana M. Grieb, autora de este artículo, es una activista política por los derechos de los refugiados y migrantes en Berlín. Estudió Ciencias Sociales y, actualmente, colabora con Fahamu en Nairobi, Kenia.

Fuente original: Pambazuka, Corporate capture of seeds in Africa, publicado el 12 de mayo de 2016.

Traducido para Umoya por Sara Nieto Reyero.

Notas
[1] Según un artículo de la CNN, hubo en África 948 negocios de tierras entre 2000 y 2011 en un área de 124 millones de hectáreas; un terreno mayor que Francia, Alemania y el Reino Unido juntos (Obasanja 2012).

[2] La cifra de 600 millones de hectáreas de tierra arable, que es aproximadamente el 60 por ciento del total global, viene de un informe del influyente Instituto Global McKinsey (McKinsey Global Institute 2010:22)

[3] Para una revisión detallada de estos grupos, ver AFSA; GRAIN 2015.

[4] Shiva 2012.

[5] http://agra.org

[6] GRAIN 2007: 2.

[7] Los estados miembros del COMESA son Burundi, Comoras, República Democrática del Congo, Djibouti, Egipto, Eritrea, Etiopia, Kenya, Libia, Madagascar, Malawi, Mauricio, Rwanda, Seychelles, Sudán, Sudan del Sur, Swazilandia, Uganda, Zambia and Zimbabwe (GRAIN 2015: 16).

[8] “Las leyes de protección de las variedades vegetales (PVP) son reglas de propiedad intelectual diseñadas para establecer y proteger los derechos de monopolio para los agricultores sobre los tipos de plantas (variedades) que han desarrollado” (AFSA; GRAIN 2015: 13).

[9] AGRA 2016.

[10] GRAIN 2007: 2.

[11] La Fundación Bill y Melinda Gates fundó CGIAR, un consorcio de 15 centros de investigación internacionales que promueven la Revolución Verde en todo el mundo entre 2013 y 2014 con unos 720 millones de dólares.

[12] Ecowatch 2016.

[13] GRAIN 2007: 4.

Referencias

AGRA (2016): “A Green Evolution”, 12 marzo, URL: http://agra.org/a-green-evolution/ (ultimo acceso 19/04/2016).

AFSA and GRAIN Report (2015): “Land and Seed Laws under Attack. Who is Pushing Changes in Africa?”, enero, URL: https://www.grain.org/article/entries/5121-land-and-seed-laws-under-attack-who-is-pushing-changes-in-africa (ultimo acceso14/04/2016).

Ecowatch (2016): “Monsanto and Gates Foundation Pressure Kenya to Lift Ban on GMOs”, 7 enero, URL: http://ecowatch.com/2016/01/07/kenya-gmo-ban/ (ultimo acceso20/04/2016).

GRAIN   Briefing (2007): “A   new   Green   Revolution   for   Africa?”, noviembre,  URL:https://www.grain.org/article/entries/74-a-new-green-revolution-for-africa (último acceso14/04/2016).

Hazell, Peter (2003): “Green Revolution. Curse or Blessing. International Food Policy Research”, URL: www..ifpri.org/sites/default/files/pubs/ib/ib11.pdf (ultimo acceso15/10/2012).

Kästler, European Seed Laws

McKinsey Global Intitute, (2010): “Lions on the move: The progress and potential of African economies“, junio, URL: http://www.mckinsey.com/global-themes/middle-east-and-africa/lions-on- the-move (último acceso14/04/2016).

Obasanjo,  Olusegun (2012):  “How Africa  could  feed  the  world”,  6  noviembre,  CNN, URL: http://globalpublicsquare.blogs.cnn.com/2012/11/06/how-africa-could-feed-the-world/      (último acceso 14/04/2016).

Salami, A.; Kamara, A.B.; Brixiova, Z. (2010): “Smallholder Agriculture in East Africa: Trends, Constraints and Opportunities”.Working Paper Series105, Tunis: African Development Bank Group.

Shiva, Vandana (2012): “The seed emergency. The threat to food and democracy” 6 febreo, Al Jazeera, URL: http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2012/02/201224152439941847.html (último acceso 14/04/2016).