"La muerte del estalinismo en Bohemia. Una obra de agit-prop" (corto, 1990)


“Konec stalinismu v Cechách” (La muerte del estalinismo en Bohemia)

(1990), 10 min – Dirección: Jan Švankmajer

La muerte del estalinismo en Bohemia es una obra de animación característica del autor, maestro indiscutible de la stop-motion. Con una duración de cerca de diez minutos da cuenta, en clave metafórica y de sátira, del devenir de más de cuarenta años de dominación estalinista en su país. Fue realizada en 1990, un año después de la “revolución de terciopelo” que acabó con el monopolio del Partido y estableció la democracia parlamentaria. Y es que, no en vano, la obra fue subtitulada Un trabajo de agit-prop, pues en ella, y a la contra ideológicamente, se utilizaba la mecánica propagandística contra sus habituales artífices. No para afirmar las más pedestres tergiversaciones de la realidad, y así encauzar a las masas hacia la sumisión, sino todo lo contrario: para mostrar a los conocedores de la historia checoslovaca reciente el absurdo y el crimen vivenciados durante estos más de cuarenta años de diluvio mortífero ultra policial y marxista leninista.

Una estatua animada de Stalin (1878-1953) es sometida a disección y de su cabeza surge un busto de Klement Gottwald (1896-1953), dirigente fiel a las instrucciones del Gran Hermano. A partir de aquí se desgrana una historia de la Checoslovaquia contemporánea donde el sonido y los afiches propagandísticos, así como las fotos de época, se combinan con el marionetismo característico del cineasta, Jan Svankmajer (Praga, 1934), surrealista puro, que fue acusado por la burocracia de realizar un trabajo fílmico ideológicamente “pesimista” e “individualista”, leamos: que no podía ser utilizado como robusta propaganda comunista. Y, así, permaneció cerca de seis años (1973-1979) en el dique seco a pesar de ser el más reconocido maestro de la animación checoslovaca de su tiempo.

El filme recorre los momentos básicos de la historia del país: tras la muerte de Stalin y el posterior defenestramiento de Kruschev (1894-1971) o la Primavera de Praga (1968) desarrollada por el ínclito Brezhnev (1906-1982), ambos “proletarios ejemplares”, llegamos al presente (1989) de la caída del régimen. Entonces, y muy significativamente, el taller de elaboración de la película que ha aparecido continuamente en la obra será repintado con la bandera tricolor en un entorno exterior de satisfacción generalizada y de cantos por la libertad. Ha llegado la democracia tras décadas de tiranía insensata, de distopía…

Vuelve a perpetrarse la disección del coco del Tío Joe que retorna para caminar entre nosotros, ahora coloreado y camuflado de demócrata (¿debería decir “posmoderno”?), volviendo a oírse en los últimos segundos de metraje, aunque ya no se muestra el rostro ni la cabeza del futuro avatar del nuevo estalinismo, el llanto de una tiranía, aún sin rostro visible, sita en el futuro. Lúcida reflexión sobre el Poder que augura un regreso del viejo despotismo, con otras claves, en momentos distantes. (texto de Frank Rubio)