Latinoamérica, Noticias, Venezuela — 18/04/2013 a 10:29 am

La Revolución está amenazada por dentro y por fuera

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La Revolución está amenazada por dentro y por fuera

Marcela Cornejo. Alainet

El domingo 14 de abril, la Revolución Bolivariana enfrenta uno de los momentos más difíciles desde el golpe de estado del 2002. Once años después del fatídico golpe mediático, liderado por la oposición venezolana y apoyado por el sector empresarial aliado al gobierno de los Estados Unidos, la Revolución se enfrenta a dos enemigos fortalecidos, el externo y el interno.

La abrupta caída en los votos del chavismo en esta elección presidencial y la migración de 600 mil votos a la oposición demuestran que las críticas realizadas por el mismo Hugo Chávez, luego de ganar las elecciones de octubre de 2012, por una diferencia de alrededor del 10 por ciento, estaban en lo cierto. En la intervención televisada del primer Consejo de Ministros, ya juramentado presidente de la república para el periodo 2012-2019, Chávez en su alocución publicada bajo el nombre “Golpe de Timón”, realiza una férrea autocrítica sobre el curso que ha tomado la Revolución Bolivariana.
El acento, esta vez, lo coloca en la burocracia, en la ineficiencia, en la corrupción y en la falta de entendimiento acerca del curso que debía tener este proceso de construcción del Socialismo: LAS COMUNAS. “Nicolás, te encomiendo esto como si te encomendara mi vida, LAS COMUNAS, el estado social de derecho y justicia”, sentencia el presidente.

Chávez acusa a sus ministros de no trabajar coordinados y les exige denuncien a quienes se alejen del deber que tienen quienes lideran las instituciones revolucionarias. “Triste es que nos quedemos callados (…) aquí no estamos de niños de segundo grado ni de escuelita de primaria, este es el gobierno revolucionario de Venezuela, ratificado por un pueblo hace dos semanas, pero también muy criticado por un pueblo con razones, y estas son algunas de las razones, falta de eficiencia”.

La certera apreciación de Chávez del estado de estancamiento de la Revolución lo llevó a levantar el Plan de la Patria para el nuevo periodo de gobierno, esta vez con la participación de las organizaciones gremiales y sociales. El desgaste de la campaña, que lo obligó a sobre exigirse, le afectó aún más su salud, y le puso límites a las medidas que ya estaban en proceso para lograr esta rectificación.

El cuestionamiento al Ministerio de las Comunas quedó en el tintero, la creación de la Secretaría de Seguimiento y Control, bajó su perfil luego del nuevo estado de gravedad de su salud.

En este escenario de autocrítica en proceso y de correcciones a medias, es que Chávez fallece y delega en su Canciller y Vicepresidente Nicolás Maduro el curso y destino a corto plazo de la Revolución.

Pero Nicolás Maduro, como bien él lo señaló en la campaña, No es Chávez sino su hijo. Un hijo que no cuenta con la fortaleza política de su padre, es un hijo que se enfrenta a una Revolución que después de 14 años no ha logrado forjar una masa crítica que entienda que la Revolución no es un gobierno para generar beneficios personales, que el estado no es el que debe encargarse de la organización del pueblo, que pasar a ser funcionario del estado no es un ascenso social ni un lugar de privilegios, NO.

Esa masa crítica constructora de las Comunas, de los Consejos Comunales, de las Milicias, de los Medios de Comunicación Popular, del Partido de la Revolución, esa masa crítica contralora del Estado y de sus funcionarios, es una minoría en la Revolución. Muchos sectores decepcionados y con una escasa formación política, fueron parte de los votos fugados hacia Capriles que levantó un inteligente discurso que hizo fuerza en estos sectores descontentos que se representaron en la consigna “Ya no está Chávez, hay que sacar a los enchufados”.

El desafío para el chavismo con Maduro al frente es enorme. Primero, se debe lograr superar el estado de crisis política generada por la oposición derechista, agrandada por el apretado resultado electoral. Para ello el orden cerrado de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana ( FANB) ha sido vital, sumado a la certera política adoptada por el presidente electo Nicolás Maduro y el equipo del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), quienes no ha aceptado el chantaje de la derecha y han reaccionado a la violencia desatada desde el domingo, que ha dejado un saldo de siete adeptos al chavismo muertos y más de sesenta personas heridas, además de la destrucción con aparatos incendiarios de Centros de Salud y Mercados de alimentos del gobierno, con un mensaje de tranquilidad y disciplina.

El segundo desafío, lograr corregir la extrema burocratización del Estado por un lado, y el fortalecimiento del poder popular por otro. Para ello, la participación del pueblo organizado fuera de las instancias gubernamentales es vital. La formación de los cuadros de la Revolución, la formación política de los funcionarios del Estado, la salida de los saboteadores e infiltrados en las instituciones es fundamental para que la Revolución avance hacia el Socialismo y no se quede estancada en un estado social hacia afuera y estado capitalista hacia dentro.

Este 14 de abril Venezuela entró a un cambio de periodo, ya no está en juego solo una elección presidencial, está en juego la Revolución Bolivariana y la Revolución Latinoamericana. Las fuerzas de la Revolución deben radicalizarse, dar un salto en su conciencia política y asumir de frente la construcción del Socialismo, sacando del seno del gobierno y del estado a los corruptos y burócratas responsables de esta crisis.

La unidad del las nuevas tres raíces de la Revolución: el Gobierno, las Fanb y el pueblo organizado deben asumir con convicción el liderazgo colectivo que requiere esta Revolución para la verdadera construcción del Socialismo del Siglo XXI.