"Las claves para entender América Latina están en los movimientos sociales”


 

 

Periodismo Humano

Casi cinco horas de clase con un sólo receso de quince minutos. Como toda referencia, un mapa de Peters ampliado en el continente latinoamericano para el que sólo mira cuando la pantalla se apaga al pasar a la función reposo. Aprovecha estos lapsus para hacer alguna broma y dar así un respiro a la quincena de estudiantes que siguen su trepidante discurso un sábado desde las nueve de la mañana en el Máster de Cooperación de la Universidad de Oviedo. El sociólogo y politólogo Juan Carmelo García hila apasionadamente la actualidad con el devenir histórico del continente latinoamericano tejiendo con datos una geografía de los pueblos y de los movimientos sociales. Lleva medio siglo estudiándolos en el Instituto de Estudios Políticos para América Latina y Asia (IEPALA), un espacio de análisis y divulgación de izquierdas del que es presidente.

“Nunca habría sospechado que América Latina pudiese cambiar tanto y para tan bien. En los últimos quince, veinte años ha habido cambios imprevisibles, que estaban en la estructura profunda del continente, pero no en las manifiestas, en las estructuras públicas. Hay muchas Américas Latinas, y en esa complejización a la que estamos asistiendo, cada una se va afirmando, recuperando”. Y para comenzar, recuerda a las estudiantes -de la quincena, sólo hay un chico-, que la historia no es lineal, que “lo que vemos ahora no es consecuencia lógica de lo que ha pasado anteriormente (…) Hemos mitificado la lógica de la razón y ha hecho mucho daño porque creemos que sabemos lo que está por venir por conocer las premisas”.

Pronto da claves sobre su enfoque para el análisis del continente: “Las claves para entender América Latina están en los movimientos sociales”. Y señala como los más importantes la educación liberadora, liderada por Paulo Freire, la ética de la liberación de Enrique Dusset, y la teología de la liberación. “No se ha comprendido su importancia hasta comprobar que no ha habido agresión más violenta que la del Vaticano a la teología de la liberación”.

Vuelvo a encontrarme con él una semana más tarde en su despacho en la sede de IEPALA, en Madrid, rodeado de recuerdos de sus viajes y parapetado tras una enorme mesa literalmente atestada de libros y documentos. De fondo, suena Radio Clásica. Y empezamos por el país de actualidad, Venezuela.

-Periodismo Humano. En la clase expuso que es una incógnita si los sucesores de Chávez serán capaces de llenar de contenido el llamado chavismo teniendo como referente a un líder que se había convertido en un mito. ¿Fue consciente Chávez de que estaba construyendo un mito? Y en caso afirmativo, siendo consciente de los problemas futuros que eso podría acarrear, ¿le pudo la vanidad?

-Carmelo García. La construcción de un mito de gente lúcida como lo era él, es de alguna manera consciente. El mito lo va construyendo la gente, pero él va respondiendo y provocándoles. Y va agrandando lo que la gente espera de él. Buena parte del chavismo se basa en que le hicieron decir muchas cosas que serían posibles en el futuro, pero que no las pudo realizar porque no tenía ni capacidad ni recursos suficientes para ponerlos en marcha desde el aparataje de Estado que él construyó.

Hay una parte de la que él es consciente. Tengo la sensación de que además lo descubre muy pronto, a raíz de salir de la cárcel tras el golpe militar. Se da cuenta de que tiene poder y que ha generado expectativas en un círculo pequeño. Y empieza a construir el chavismo, contradictoriamente, a veces con coherencia y otras dando saltos. Y da uno muy complicado que es el de repartir un dinero que tiene gracias a los petrodólares, sin un proyecto socioeconómico y político para los receptores, que son la gente de los ranchitos. Eso le viene bien porque fomenta el chavismo y una clientela fiel, dentro de lo que sería un populismo normal. Esto lo ha hecho mucha gente, como Perón, López de la Torre… Pero Chávez obtiene una respuesta muy grande porque había muchos pobres. Y sigue habiendo muchos.

Pero no reestructura el sistema productivo venezolano, muy polarizado en torno al petróleo en una economía mucho más participativa, organizada. Y no sé si es porque no tiene los mecanismos o los recursos de inteligencia para hacerlo, porque ése es otro de los problemas: no ha habido demasiada inteligencia orgánica dentro del chavismo y ha sido él quien ha tenido que construirse todo.

Él se da cuenta de que es un mito, empieza a hacer cosas de cara a América Latina y las expectativas son muy grandes. Las izquierdas de Europa que desde la caída del Muro de Berlín no habían tenido dónde agarrarse, lo hacen a Chávez. A la vez está surgiendo un Brasil muy nuevo con Lula con el que había que haberse volcado más porque tenía necesidad de un apoyo internacional fuerte y se le dejó un poco sólo.

A partir de ese momento, yo no creo que el problema sea de vanidad. Es verdad que los líderes políticos tienen el problema del ego subido. Pero la iniciativa que él trastoca es algo muy grave y que puede traer complicaciones: manifestar excesivamente su repulsa a Estados Unidos, cuando es su principal cliente. En la lógica del discurso chavista había que tener un enemigo, pero Maduro, a quien le falta mucha madurez, no controla lo que dice y suelta exabruptos que pueden generar conflictos en las relaciones internacionales.

Lo que podía hacer Maduro y la dirigencia chavista es coger lo que dijo Chávez y hacer de eso su programa. Porque si las elecciones que ha habido responden a los dos meses de la muerte del mito -que se va vaciando si no se le alimenta- ha perdido un porcentaje de votantes muy alto. O eso se aprende bien o el chavismo dura un año. Y no vale con meterse con EEUU, España y a Capriles llamarle todo tipo de barbaridades. A Maduro le puede vencer la vanidad y creerse que es el hijo de Chávez. Y no. Es un no muy bien preparado sindicalista, que tiene una boca con un fácil decir barbaridades.

P. Dice que las izquierdas internacionales no apoyaron lo suficiente al Brasil de Lula, ¿por qué?

C. G. Primero porque le tienen miedo porque es el gran país: América Latina sin Brasil es muy poca cosa, aunque Brasil sin América Latina también. Brasil es la fuerza importante en la economía mundial y en las relaciones internacionales. Y el Partido de los Trabajadores de Brasil es muy especial, una formación política alternativa integrada por 30 organizaciones pertenecientes a movimientos sociales, sindicatos, que terminan convirtiéndose en un partido político, siguiendo la estela de muchos otros países latinoamericanos donde los partidos tradicionales, ni los conservadores, ni los liberales ni los socialdemócratas han funcionado. Y encuentran en Lula también a una persona un tanto mitificada: un obrero que perdió un dedo trabajando por la maquinaria en mal estado, detenido por integrar la oposición sindical durante la dictadura, que va emergiendo y que se convierte en un líder social que se presenta a las elecciones y no las gana… hasta que las gana. Y llega después de que el presidente socialdemócrata Enrique Fernández Cardoso reestructurará la economía brasileña de cara a ir ganando credibilidad en el exterior.

Lula es una persona sensata que no pierde la cabeza por estar en la presidencia, que no pudo hacer todo lo que quería por la estructura económica y política de un Estado federal muy difícil de controlar, pero que quizás hizo menos de lo que habría podido. Pero juega un papel muy importante frente a los organismos internacionales, frente a las Naciones Unidas, al G7 y al G20. Se crea el grupo de los emergentes, BRICS, que son los únicos con capacidad para cambiar el Consejo de Seguridad de la ONU… Y ahora llega Dilma Rousseff, también una detenida por terrorismo, una revolucionaria que se convierte en presidenta de un país donde el machismo es infinito.

Estamos en un momento de transición, con una tendencia altamente positiva. América Latina es el único continente que sigue creciendo y más homogéneamente, aunque sigue teniendo el problema de la desigualdad y ahí le faltó coraje a Lula para atajarla, que sigue solucionando la democratización poco a poco… Y para ello no bastan naciones, sino que son necesarias uniones.

Si Estados Unidos entendiese que América Latina ha madurado políticamente en muchas de sus capas y que ya no son sólo oligarquías, que hay un proyecto democratizador… Y en ese proceso de entendimiento debería ayudar Europa, para servir de referencia marcando los derechos humanos, la buena gobernanza, los derechos de los pueblos… Pero tenemos una Europa necia y estúpida por lo que no se puede esperar mucho de ella. Si cambiase a partir de las elecciones alemanas, y después el Parlamento de la UE, podríamos pensar en que jugara otro papel.

– En el caso de Chile, llama la atención que una sociedad formada políticamente en las izquierdas y con una dictadura tan reciente, elija como presidente a Sebastián Piñera, dueño de una de las mayores fortunas del país.

– Piñera es muy de derechas pero no es pinochetista, es demócrata, de una derecha inteligente, poderosa y civilizada. Y enfrente tenía la concertación de las fuerzas de izquierda, prendida con alfileres, una fuerza que podía ser interesante pero que no tenía un planteamiento común. Y además, que ha tenido presidentes que no han tratado de ser coherentes con rescatar la democracia y ponerla al servicio del pueblo, sino que se han dejado llevar por la economía creada por Pinochet, liberalizada y abierta por completo al capital exterior, incluido Ricardo Lagos. Y el último tiempo de Michele Bachelet fue muy errático, no hizo la política con enfoque de género que sí ha puesto en marcha en ONU Mujeres, y podía haber dicho ‘yo soy socialista de Allende’, en lugar de la coalición. También tuvo el problema de que se le levantaron los jóvenes y los indígenas, con los que nunca se llevaron bien, ni en tiempos de Allende. Tampoco ha habido demasiada inteligencia por parte de las poblaciones indígenas en sus relaciones con respecto al proyecto nacional.

Pero el hecho de que Bachelet haya decidido volver es muy bueno porque ha aprendido una lección a nivel mundial de política de género y porque se ha dado cuenta de la decadencia de Chile en la significación política. El mayor capital de Chile sigue siendo Salvador Allende y la referencia ante el mundo de que aquella fue una posibilidad que truncaron de la manera más salvaje, violenta y necia. Y su vuelta puede ser muy positiva para toda América Latina. La ventaja de Chile es que es muy largo y tiene que tener relación con muchos países, tiene una economía avanzada y bien articulada, sin tener que pasar por esa oligarquía reducida. Si eso lo pone en marcha, tendremos un par de legislaturas muy buenas en las que va a contribuir muy inteligentemente a esa “latinoamericanización” del continente.

– Y en todo este panorama esperanzador que dibuja para América Latina, ¿cómo puede torpedear estos procesos el narcotráfico?

– Juega un papel importante, es una potencia financiera internacional pero se le podía controlar si el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, fuera capaz de lograr la paz, que depende de él y no de los guerrilleros que ya no tienen nada que proponer.

P. ¿Ni siquiera la reforma agraria?

– La tienen que proponer porque si no les van a decir que qué han estado defendiendo, pero ¿cuántos de esos se van a ir al campo a trabajar? ¿cuántos van a crear cooperativas de producción para ponerlas al servicio de los desplazados?

Han perdido categoría política. Pero Santos necesita la paz más que ellos y entonces podrían ir a por el narco, que aunque ya no depende sólo de Colombia, los cárteles dependen en un porcentaje muy alto de la producción, transformación y venta de este país.

– Y en el caso del presidente Santos, que era ministro de Defensa del gobierno de Álvaro Uribe cuando se cometieron los falsos positivos, asesinatos de civiles presentados ante la opinión pública como bajas de la insurgencia, ¿no le van a acarrear un coste político? Y con respecto a su enfrentamiento público con Uribe ¿es cotilleo político o hay algo más?

– Es real y, de hecho, la presentación de Santos a las elecciones ya fue una manera de distanciarse y marcar que era él quien tenía categoría política. Porque es verdad, Uribe se tenía que revestir de dictadorzuelo porque el pobre hombre no tenía capacidad para más. Santos puede gobernar un gran país como puede ser Colombia, con una economía más articulada y diversificada que la venezolana, con una clase media más amplia y más formada… Pero debería abrir más el proceso de paz a la participación de la ciudadanía, en lugar de llevarlo con secretismo. Las FARC se podrían poner gallitas, pero sería muy torpe porque no tienen nada que ofrecer y todo por ganar, a nivel personal, grupal y también como proyecto.

“Pasar del Estado del bienestar al del Buen Querer, conversaciones en las que el otro tenga importancia, que las relaciones no sean de poder sino de quererse (…) Me pregunto si estamos asistiendo a cambios de paradigmas fundamentales, si surge otra forma de convivencia basada en la soberanía del pueblo. Si empieza a tomar cuerpo en el 15M… Estamos viviendo todavía de la Revolución Francesa”, planteó Carmelo en la clase.

– En el caso del planteamiento indígena del Buen Vivir incorporado en las constituciones boliviana y ecuatoriana, ¿qué influencia pueden tener más allá de estos países para la concepción de los Estados?

– Es un referente que tiene muchos niveles. En el plano teórico porque se han atrevido a plantear en un momento de gran crisis teórica un Estado no-nación, que mantiene la unidad y que incorpora un cuarto poder, el comunitario, planteado éste como base del resto. Y esto ya ha provocado que comunidades como las aymara y las quechua se hayan enfrentado con Evo porque no sabe ser coherente con lo recogido constitucionalmente. Pero también es cierto que no hay sustituto, como pasaba con Lula en Brasil. El Movimiento Sin Tierra (MST) rompía con el PT, pero luego le tenía que votar porque sino a quién.

En el caso de Ecuador, Rafael Correa que es más listo aunque más mentiroso, tiene más estructura de poder porque ya fue ministro con Lucio Gutiérrez, que tenía un tinglado para hacerles creer a los indígenas que participaban.

Estas constituciones recogen los derechos humanos pero también de la naturaleza, y los tratadistas estudian cómo puede ser la naturaleza sujeto de derecho… Aún no sabemos bien qué significan pero podrían ser un modelo de organización alternativo para la convivencia, la economía, la vida ordinaria, la producción, que llevamos en los países desarrollados. Y lógicamente parece más coherente que sean los pueblos los que decidan.

España ha reducido en los últimos dos años un 70% los presupuestos dedicados a la Cooperación al desarrollo y muchas ONG han tenido que abandonar proyectos sobre el terreno a medio hacer y despedir a gran parte de su personal contratado. En este sentido, rodeado de profesionales que se especializan en un máster para trabajar en el Tercer Sector, también reivindica que esta crisis sea aprovechada por las organizaciones para cuestionar y repensar la cooperación al desarrollo. “Tampoco es malo que desaparezca la cooperación al desarrollo tal y como está, ese humanismo que encubre el desastre de la desigualdad. Pero lo malo es que no va a desaparecer sino que va a ser sustituida por alianzas político-empresariales. Los únicos que tienen conciencia crítica están en el mundo de las ONG. Si por ahí pudiera surgir movimientos para cuestionarse la cooperación actual…”.

– ¿Qué está haciendo el gobierno español con la cooperación?

– Lo mismo que estaban haciendo antes, el ridículo. No han entendido esto, la utilizan como un arma de política exterior y ahora más con el ministro de Exteriores tan arrogante que tenemos. Pero no sólo España, también la UE y la ONU. Llevamos sesenta años con esto, algo hemos debido de hacer mal si el mundo está como está.

Me da pena que con motivo de la política de cooperación caigan un montón de organizaciones que estaban haciendo pequeñas cosas, con un sentido crítico, y se queden las que tienen capacidad económica.