Convocatorias — 15/06/2011 a 9:20 am

LUNES 20 DE JUNIO 20H EN EL PARCHIS, XIXON

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Unos 5,2 millones de colombianos/as viven desplazados/as de sus hogares tanto fuera como dentro de su país a causa del conflicto armado, informó hoy la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes).

No somos delincuentes huyendo de la justicia, ni turistas buscando emociones fuertes. Somos seis sindicalistas y defensores de los derechos humanos perseguidos a muerte en Colombia y refugiados temporalmente en Gijón, gracias a la solidaridad asturiana.

Algunas personas nos preguntan ¿Pero no es Colombia una democracia? Sí, respondemos. Colombia es una y varias realidades al tiempo: la bella, exótica y tropical, la de una minoría opulenta y una mayoría empobrecida, la que deja pingües ganancias libres de impuestos a las transnacionales y la de millones de seres humanos hambreados y perseguidos. Es una de las democracias más antiguas y peculiares de América: en el siglo pasado sólo tuvimos una dictadura que duró poco, hay elecciones cada cuatro años a pesar del álgido conflicto armado interno y tenemos una constitución política prolija en derechos que nunca se cumplen.

Nuestra paria, tan hermosa como ajena, es el reino de la injusticia social, la corrupción y la impunidad, la ería de la exclusión política y de la violencia como medio para acaparar más tierras, riquezas y poder político en pocas manos.

Nuestra cotidianidad tiene como compañera permanente a la violencia y a la impunidad. En Asturias nos atrevemos a contar pequeñas historias personales para ilustrarlo.

Henry es dirigente campesino, sobrevivió hace un año a un atentado de los paramilitares que llegaron de noche a su casa para matarlo por su activismo en pro de los derechos humanos. Tres disparos le dejaron secuelas graves, pero no pierde su fe en el futuro.

José es un campesino muy joven y es hermano de Alba Nelly, la dirigente comunal que desapareció pocos después meses de haber dado su testimonio ante la Comisión Asturiana que verificaba el estado de los derechos humanos en el Alto Ariari. Nelson, hermano de Alba Nelly y de José, encabezó la afanosa búsqueda por toda la región, logrando establecer que desapareció en el sitio donde acampaban las tropas del batallón 21 Vargas del ejército nacional. Pero la búsqueda de Alba Nelly se suspendió porque en agosto pasado Nelson fue asesinado en la huerta de su casa, frente a su familia. José no puede reclamar los cuerpos de otros familiares ejecutados por el ejército y botados en la fosa-cementerio de La Macarena.

María está amenazada de muerte y llora de indignación pues comprobó este año que su hermano indigente, asesinado varios años atrás, en realidad fue víctima de una ejecución extrajudicial cometida por el ejército que lo reportó como “N.N. guerrillero dado de baja en combate”.

También están refugiados en Asturias tras recibir serias amenazas de muerte, Gloria, Irma y Fabián. Se oponen a las privatizaciones de la salud y de la educación superior, denuncian la impunidad, la corrupción y el despojo violento de las tierras campesinas.

En la calle a veces nos preguntan si la guerrilla viola los derechos humanos. Sí, respondemos, y rechazamos su abusos, pero para uno como ciudadano es devastador comprobar en su propia familia que es el Estado y sus agentes, obligados a respetar la ley, quienes de modo sistemático e impune cometen a diario delitos atroces que incrementan el terror que dicen combatir.

No exageramos. La ONU dijo este año que Colombia es uno de los siete países más desiguales del planeta y el segundo del mundo con más refugiados internos, además afirma que en Colombia hay al menos 27 mil personas desaparecidas. No hay un sitio más peligroso que Colombia para ejercer las libertades y derechos sindicales, afirman los sindicatos desde hace 20 años en las asambleas de la OIT. La Fiscalía General de Colombia afirmó que investiga el asesinato por el ejército nacional de 2.547 personas civiles a las que presentó como muertos en combate. HRW y Amnistía Internacional afirman que el cambio de tono del gobierno de Juan Manuel Santos no incide en la disminución de los abusos. En el último año se incrementaron las masacres, las amenazas de muerte y la desaparición forzada de personas.

Los refugiados colombianos sabemos que Europa cerró sus fronteras y no quiere recibir refugiados, pero sigue vendiendo armas y haciendo negocios en países con conflicto armado interno, como el nuestro. Lamentable. Y nos damos cuenta de que el conflicto colombiano desapareció de algunas agendas políticas y de los medios de comunicación españoles. Entendible. Para algunos demócratas los negocios son primero que los derechos humanos y ese propósito exige que las víctimas seamos invisibles.

Para visibilizar la tragedia cotidiana de nuestras gentes y para poner de presente la realidad de los refugiados del mundo, convocamos a un acto solidario con motivo del día mundial del refugiado el lunes 20 de junio en la plaza del Parchis de Gijón, a las 20 horas.