Ojarasca 223 Noviembre 2015


EL ORO DE LA MUERTE

La maldición de la mina Los Filos-El Bermejal, entre las comunidades de Carrizalillo y Mezcala, Guerrero, comenzó en 1997 cuando llegaron los ingenieros de la minera Peñoles (propiedad, como El Palacio de Hierro y Femsa-Coca Cola, del barón Alberto Bailleres) para explorar el suelo y comenzar la que sería una fuerte campaña de convencimiento en favor de la mina, dirigida a la población (indígena aunque la mayoría haya perdido la lengua): promesas, engaños, presiones y golosinas. En 2007 la canadiense Goldcorp puso en marcha lo que pronto devino el filón de oro más grande en Latinoamérica. Sólo de ahí se han extraído, en ocho años, más toneladas de oro que en toda la Nueva España durante tres siglos.

Sobre Carrizalito, Mezcala, Amatitlán, Tenantla y Xochipala cayó la maldición. Primero los cheques, los apapachos, las engañosas “fuentes de trabajo”. Luego el abandono. Nunca vieron el oro. Entonces llegaron los criminales y policías a extorsionar, robar, secuestrar, desaparecer y matar. Indiferencia cómplice del gobierno. En tal contexto se da el igualazo del 26 de septiembre de 2014. La agresión brutal contra Ayotzinapa desnudó la fiebre del oro en Iguala y Chilpancingo, el reinado paraoficial del narco. ¿Y la mina? En Jauja. Miles de millones de dólares al año. Las acciones de Goldcorp aquí se cotizan entre las mejores inversiones del mundo. Paraíso de jubilados ricos en Norteamérica y Europa que invierten sobre seguro en el oro de México.

Minería y delincuencia genocida vienen juntos. Es la receta de Colombia (pregúntenle a su ex presidente Uribe). Socios tácitos, gobiernos, cárteles, paramilitares y mineras se necesitan mutuamente. La gente la paga: sus territorios se desvanecen. No se tome sólo como alegoría, es la neta. En esto se convirtió México. Fosas de la soberanía vendida, tierra emputecida, pueblos burlados, expulsados, moribundos. Y Goldcorp declara tan tranquila: “La minera se deslinda de los hechos que en ese lugar se han registrado aclarando que no han sido dentro del complejo, pues al interior de la mina se opera con los mayores protocolos de seguridad”.

Con el clandestino acuerdo Transpacífico la tragedia sólo va a empeorar. El Estado (el Congreso) claudicó al soborno. Los políticos se llevan su tajada. Las transnacionales mandan. ¿Qué, no vamos a detenerlos? Piensan que no. Vean el homenaje del Congreso al barón Bailleres. Esto es Jauja para ellos.