Perú, 5 de abril: A 25 años del autogolpe fujimorista

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Cuando Alberto Fujimori ganó sorpresivamente las elecciones  presidenciales de 1990, nada hacía presagiar que más de un año y medio después, iba a dar una vuelta de tuerca en su forma de gobierno y que sentaría las bases de un régimen autoritario y del modelo neoliberal en el país, acompañado con una serie de medidas que violentaron los derechos humanos y atentaron contra la democracia en el país.  
Fuente: ALAINET, 5/4/2017

Fujimori gobernaba en medio de una tensión propiciada por la conjugación de fuerzas en el parlamento bicameral. Su bancada no era mayoritaria y tenía que apelar a la concertación, que le era ajena. Por eso cuando a las 10 de la noche del domingo 5 de abril de 1992, apareció en cadena nacional, con un mapa del Perú de fondo, y pronunció la tristemente célebre palabra “Disolver”, el destino de la democracia del país fue fuertemente golpeado.

Fujimori justificó la medida, al achacarle al congreso la responsabilidad en la lentitud para la emisión de normas para la lucha contra el terrorismo y la reactivación económica. Hoy, 25 años después empiezan a aparecer testimonios que niegan que el Congreso de ese entonces le hubiese puesto bloqueos al gobernante.

El último sábado 1 de abril, la revista Somos publicó una entrevista al expresidente del Consejo de Ministros, Alfonso De Los Heros, quien según sus palabras en el Congreso “hubo oposición a las normas sobre seguridad, que eran unos cuantos decretos que le daban demasiada autoridad a los jefes militares de las zonas donde se estaba desarrollando el terrorismo. Ese fue un escollo muy grande que tuvo el gobierno”. 

Consultado por la periodista Ana Núñez, sobre si esa fue una de las ideas que motivó el golpe, De Los Heros señaló que esta idea formó parte de un grupo que apoyaba a Fujimori, gente a la cual “nunca conocimos y del que nunca supimos -nosotros nunca vimos a Vladimiro Montesinos- (…)”

Y ahí es donde revela un dato que resulta interesante a la luz de los tiempos y que de alguna forma pudo haber evitado, en su momento, la decisión de Fujimori y que demuestra que el hoy preso exmandatario tenía pensado sacarse de encima al Congreso.

“Durante todo el verano yo me había reunido con los parlamentarios para sacar adelante las normas y ya el Congreso había puesto como fecha para darles su aprobación, el martes 7 de abril. El golpe fue el domingo 5.”

De esta forma, Fujimori actuó de forma intempestiva y a espalda de la mayoría de sus ministros, quienes renunciaron inmediatamente después, tras el alejamiento de De Los Heros. Varios retornaron luego, para seguir con el gobierno autocrático de Fujimori y Montesinos.

La coyuntura antes y después del 5 de abril 

El país se debatía entre la crisis económica, dejada por el gobierno de Alan García y el incremento de las acciones terroristas que ya se dejaban sentir en Lima. Fujimori ya había sido cuestionado también por la presencia de un grupo militar, que años después se conoció como Colina y que había perpetrado una masacre en una quinta en

Juan Carlos Hurtado Miller, ministro de Economía había decretado a pocos días del inicio del gobierno el denominado , la convulsión social producida por todos estos fenómenos, encontraba un país agitado. Es en medio de todo este panorama que el cinco de abril de 1992 cayó como un balde de agua fría en la clase política.

La izquierda y el aprismo que habían apoyado a Fujimori durante las elecciones, fueron los primeros movimientos en ser perseguidos después que Fujimori ejecutara en 14 minutos, el autogolpe de Estado. Mientras el discurso era emitido en cadena nacional, tropas de las Fuerzas Armadas salieron a las calles y empezaron la intervención de las 5abrilsedes de diversas instituciones: El Congreso de la República, el Palacio de Justicia, el Ministerio Público y las salas de redacción de los principales medios de comunicación, en especial los que realizaban un trabajo de oposición al régimen: La República, Caretas, radio Antena Uno, entre otros. De igual forma entraron a todos los medios de comunicación donde se obligó a no informar sobre las intervenciones y detenciones.

Asimismo, las sedes de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) y de otros gremios laborales también fueron intervenidas por los militares. En sus domicilios, los presidentes del senado y la cámara de diputados Felipe Osterling y Roberto Ramírez del Villar, fueron detenidos dentro de sus domicilios e impedidos de salir.

El periodista Gustavo Gorriti, también fue detenido por miembros del Ejército, acusado de poseer información confidencial, en realidad lo hacían por su trabajo de información sobre la situación en el país y fue internado en los sótanos del Servicio de Inteligencia del Ejército (En el 2007, Fujimori sería sentenciado por el cargo de secuestro agravado).

Así mismo fueron detenidos los congresistas Jorge Del Castillo y Javier Diez Canseco junto a otros personajes políticos de oposición.

Posteriormente, Fujimori convocó a nuevas elecciones para conformar un Congreso Constituyente Democrático (CCD) que tendría como función elaborar una nueva Constitución, que es la que actualmente rige los destinos del país y que se ha convertido, según diversos analistas políticos, en el símbolo de la hegemonía neoliberal en el país.

Los derechos laborales se flexibilizaron, la legislación antiterrorista se endureció y en el camino se encarceló a miles de personas inocentes, que fueron sindicadas como senderistas, y sentenciados por los tribunales sin rostro. La actuación del grupo Colina se fortaleció y generó diversas acciones como el secuestro y posterior desaparición de nueve estudiantes y un profesor de la universidad La Cantuta, entre otros hechos de ejecución extrajudicial.

El fujimorismo hoy 

25 años después, el fujimorismo sigue fortalecido. A pesar de la prisión que vive su líder, sentenciado por delitos de lesa humanidad y de corrupción, junto a su socio y asesor Vladimiro Montesinos, Fuerza Popular, el “nuevo rostro” del fujimorismo, tiene 72 congresistas que hacen y deshacen lo que mejor les parece.

Keiko, la hija mayor del reo exdictador, ha estado -dos veces- a punto de ser presidenta de la República, y sigue movilizando a la base social del fujimorismo, comprada a partir de un populismo aprendido del padre.

En el 2016, durante el debate electoral la excandidata presentó un compromiso donde renegaba del 5 de abril y señaló que nunca más en la historia debía escribirse un capítulo similar, sin embargo su hermano y congresista Kenji Fujimori lo defiende y nunca ha cambiado de opinión al respecto.

Los rostros más duros del fujimorismo “albertista” están agazapados, pero permanecen alrededor de la bancada y defienden, cada vez que pueden, la decisión de su líder.

Hace cinco años, al recordarse los 20 años del autogolpe, la población continuaba creyendo que el 5 de abril fue una medida necesaria. Al menos así lo revelaba una encuesta de IPSOS en su momento. El historiador César Puerta, explicaba así esta situación:

“(cada cinco de abril) se reaviva nuevamente esa permanente tensión de la vida nacional: la lucha por la construcción de la memoria histórica. Este proceso que atraviesa la política, la cultura, la educación y el mundo académico no debería dejar indolente a ningún peruano. Resultados como los de la encuesta de Ipsos Apoyo nos demuestran que la democracia también necesita de la defensa del recuerdo del pasado.”

Un pasado que debe ser recordado para evitar otro golpe a la democracia.