Turquía-Siria-Kurdistán-Europa: cómo romper el actual círculo vicioso...


La dificultad para el análisis de la situación en el Próximo Oriente (Siria, Turquía, Irak con prolongaciones hacia la cuestión palestina) no es principalmente de acceso a la información. Aunque haya una problema real de acceso para los periodistas o los investigadores en el territorio controlado por el Estado Islámico y sus tropas, informaciones fiables están regularmente disponibles fuera de ese territorio y sobre los frentes. La dificultad viene más bien debido a que actores que representan los intereses de los oprimidos y de los explotados en su espacio nacional puedan actuar en coordinación con fuerzas contrarrevolucionarias de otros países. Ocurre esto en el caso de las fuerzas surgidas de la insurrección del pueblo sirio con el gobierno turco (a las que no hay que confundir con Daesh o Al-Nusra que tienen una colaboración más fuerte con el mismo gobierno). Lo mismo ocurre en el caso de una colaboración táctica de las fuerzas kurdas del PKK-KCK (el KCK es el organismo internacional que cubre el entorno del PKK y de sus partidos hermanos, entre ellos el PYD en Siria) con el régimen de Al-Assad y sus aliados rusos y de Hezbolá. 
Por Emre Öngün, para Ensemble – FdG. Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR

Hay aquí tres escollos cada uno con un problema específico:

1) Evitar torcer la realidad hasta el punto de plantearse olvidar o minimizar el carácter contrarrevolucionario de Al-Assad o de Erdogan porque colaboran con actores que sería legítimo apoyar. El asunto está en evitar la ilusión del “mal menor” para la región cuando se analizan las fuerzas contrarrevolucionarias como Erdogan o Al-Assad (y por supuesto Daesh y Erdogan-ISIS-KurdsAl-Nusra, ¿hay que aclararlo?). Es necesario hacerles fracasar. En el caso turco, esto significa debilitar el régimen, hacerle aflojar su control sobre la sociedad en general y sus masacres contra los kurdos en particular. En el caso sirio, esto significa dejar a la insurrección barrer al régimen criminal de masas de Al-Assad, condición necesaria para que las masas sirias y los grupos armados surgidos de la lucha puedan desmantelar las fuerzas de ocupación de Daesh.

2) No confundir colaboraciones tácticas que algunos actores estimen estar obligados a hacer debido a la situación con alianzas subjetivas. El asunto está en poder comprender cambios de frente como los que se están realizando actualmente en Siria.

En efecto, la colaboración táctica entre el régimen de Al-Assad y las fuerzas del KCK-PYD ha acabado violentamente y los dos se han enfrentado de forma sangrienta hasta la firma de una tregua precaria. Los combates se han desarrollado en Qamishli, capital de facto de Rojava, una pequeña parte de la cual está en manos del régimen, y donde un levantamiento ya había tenido lugar en 2004 tras un partido de fútbol durante el cual forofos árabes habían enarbolado retratos de Saddam Hussein responsable de masacres masivas de kurdos en Irak. Los enfrentamientos se han concentrado alrededor de la prisión de Alaya que servía al régimen como posición defensiva. Éste ha replicado disparando con artillería sobre viviendas civiles.

El régimen de Al-Assad, que ya reprimió al PYD antes de la revolución siria, no puede admitir la existencia de Rojava. Además, estos enfrentamientos se producen cuando la posición militar de Daesh se debilita, lo que tiende a confirmar el esquema en vigor desde hace años: el régimen de Al-Assad ataca prioritariamente a las fuerzas que no son Daesh (los grupos surgidos de la insurrección, el Ejército Libre Sirio, el PYD…) para constituirse en la única alternativa a Daesh. En definitiva, las dos fuerzas tienen agendas contradictorias que no han hecho más que cruzarse puntualmente (por otra parte, esto también es criticable). Esperemos que esta evolución, muy previsible, permita poner fin al argumento “kurdo” para las demasiado numerosas voces que ven en el régimen de Al-Assad un mal menor.

De otra parte, las relaciones entre Daesh y el régimen turco son complejas. Los grupos pro-Daesh son utilizados como un instrumento represivo contra la oposición democrática, ganan territorios en el país comenzando a controlar algunas barrios de las grandes ciudades y se introducen en el aparato del Estado en colaboración con los servicios de seguridad, incluso la policía. Grupos armados pro-Daesh parecen apoyar la represión en Kurdistán norte (en territorio del Estado turco). Sin embargo, aunque la colaboración sea más estrecha, cada cual busca sus objetivos. Así, la municipalidad turca de Kilis en la frontera siria es regularmente bombardeada por los misiles disparados por Daesh desde Siria, lo que ha causado la muerte de 12 civiles. Sin embargo, no se trata de una localidad kurda sino claramente turca y un bastión del AKP y de la oposición ultranacionalista turca del MHP. La extrema blandura de la reacción del gobierno turco, cuando los muertos se multiplican en uno de sus bastiones, indica que el autor de los disparos es claramente Daesh, o en cualquier caso no el PKK (lo que habría servido de pretexto para una ofensiva inmediata). Esta situación difícil de desenmarañar, indica sin embargo que nos encontramos aquí también con actores que intentan reforzar su correlación de fuerzas recíproca a la vez que colaboran.

3) En fin, no ver a los actores que representan los intereses de los oprimidos y de los explotados en su espacio nacional más que a través del prisma de su colaboración táctica con regímenes contrarrevolucionarios olvidando que están ellos mismos confrontados a “sus” regímenes contrarrevolucionarios. Esto equivaldría, por ejemplo, a asimilar todas las fuerzas insurrectas sirias a Daesh o a Al-Nusra, a no ver en el ESL más que una proyección del gobierno turco y en el PKK_KCK más un supletorio de Al-Assad… Señalemos que este razonamiento sobre el último punto puede en un sentido extenderse igualmente a Hezbolá, apoyo de Al-Assad, pero del que no hay que olvidar que representa una fuerza de resistencia frente a la amenaza del Estado de Israel para la región.

El problema es pues que una posición global a escala de esta región no se traduce forzosamente en un bloque de organizaciones de diferentes países. No se trata tampoco de ser acrítico de las fuerzas surgidas de una lucha de liberación nacional o de una insurrección popular sino de estar a su lado frente a los regímenes turco y sirio. Esto significa no cerrar los ojos en cuanto el papel negativo que ha podido tener la colaboración táctica del PYD-KCK con el régimen de Assad, la oportunidad perdida de una unión con las fuerzas surgidas de la revolución siria tras la heroica resistencia de Kobane contra Daesh. Conviene igualmente no silenciar que el discurso del PKK apropiándose los atentados del TAK contra civiles en Ankara es calamitoso desde cualquier punto de vista.

Sin embargo, este último punto debe siempre ir acompañado de recordar que es claramente el régimen de Erdogan el responsable de la guerra civil al haber puesto fin de forma unilateral al proceso de paz e instituido el terror de Estado en Bakur (Kurdistán norte, en las fronteras del Estado turco). Se puede ver aquí el mapa recapitulativo de los “toques de queda” (en realidad estado de sitio) realizado por la Fundación de Derechos Humanos de Turquía. Señalemos que entre las localidades mencionadas, Nisebin/Nusaybin es contigua, del otro lado de la frontera, a Qamishli y Rojava. Ahora bien, en un país en que la mayoría de los kurdos a reprimir vive en el oeste del país, esta guerra civil significa no solo un autoritarismo creciente sino también una mutación fascistizante. Es decir la movilización no solo del Estado sino también de sectores de la sociedad dispuestos a iniciativas tanto más duras en la medida en que están más o menos cubiertas por el régimen. Los ejemplos son innumerables (agresiones, linchamiento de estudiantes kurdos en la universidad…).

El primer ministro de este régimen, Ahmet Davutoglu, estaba en Estrasburgo esta semana para pronunciar una alocución ante el Consejo de Europa, por invitación del presidente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo; una nueva peripecia del odioso mercadeo a costa de los emigrantes entre los dirigentes europeos y el gobierno turco. En efecto, desde que Turquía ha aceptado el papel de subcontratista de los emigrantes para Europa, su régimen está tan “reconocido” por los dirigentes europeos que las negociaciones para la adhesión a la UE se han reiniciado.

Sin embargo esta legitimación es criminal, significa un cheque en blanco para los estados de sitio criminales de las comunas kurdas fronterizas con Siria por el ejército turco y sus supletorios, para la encarcelación de universitarios que se oponen a esta política, a las políticas de represión en general…pero no solo.

Esta política de los dirigentes europeos contribuye igualmente a legitimar dos fenómenos de fondo que se complementan.

El primero es el de blanquear este régimen de su colaboración con los grupos pro-Daesh responsables de las carnicerías contra la oposición democrática. En efecto, lo que queda de prensa independiente ha establecido de forma definitiva lo que prácticamente no dejaba lugar a dudas: las autoridades turcas estaban al corriente del atentado suicida que mató a más de un centenar de personas en el mitin por la Paz, la Democracia y el Trabajo que reagrupaba al conjunto de las fuerzas de la oposición democrática un mes antes de las elecciones de noviembre de 2015. Las autoridades estaban incluso informadas del nombre del autor del atentado… Esto ilustra la interpenetración entre las fuerzas de seguridad del Estado y de los grupos pro-Daesh, un fenómeno que se manifiesta igualmente en las zonas en estado de sitio en Bakur que son zonas en las que el estado de derecho ha desaparecido totalmente.

El segundo es un giro en la mutación del régimen turco: un cambio constitucional “provisional” que permitiría levantar la inmunidad parlamentaria de los diputados del HDP. En este contexto de guerra civil, la dirección del HDP mantiene su línea propaz (y de izquierdas), no dudando en tener desencuentros con la dirección del PKK… pero perdiendo apoyos en el Oeste del país en Campo de desplazados sirios cerca de la frontera con Turquía, 24-04-2013. Foto Anna Surinyacheste contexto a pesar de todo. En tanto que oposición más consecuente a gran escala, el HDP es el blanco principal del AKP. La mayor parte de los diputados dirigentes del HDP están perseguidos por la justicia. El levantamiento de la inmunidad parlamentaria es, por tanto, una etapa decisiva. Frente a esta situación, el AKP goza del apoyo de la oposición ultranacionalista del MHP (que apenas tiene espacio político ya)… y del “centro-izquierda” CHP (miembro de la Internacional Socialista). No contentándose ya con una oposicion verbal, platónica, la dirección del CHP ha seguido esta vez al AKP en esta modificación constitucional… A la vez que reconocía que esta medida sería “inconstitucional”… Este partido confirma que está fundamental e históricamente ligado al estatalismo nacionalista con elementos de discurso democrático (Ver http://www.vientosur.info/spip.php?article11104)

Se trata claramente de una mutación en curso, no ha llegado a su fin, el régimen no es aún fascista. La decisión del tribunal de Estambul de dejar libres a los cuatro “universitarios por la paz”, encarcelados, pero limitándose a recalificar las denuncias sin abandonarlas, indica que hay lagunas aún, que presiones, particularmente internacionales, pueden tener sus efectos.

Ahora bien, en este contexto, el levantamiento de la inmunidad parlamentaria de los diputados del HDP y sus condenas significaría el cierre del espacio político y aceleraría la mutación del régimen turco (lo que no deja de provocar manifiestamente remolinos en la cabeza del AKP). El régimen turco está corrompido a gran escala, desde la familia de Erdogan a las organizaciones sociales cercanas al AKP (incluyendo un caso de pedofilia a gran escala que afecta a una fundación caritativa cercana al poder y que ha sido ocultado por el gobierno). La huida hacia adelante del AKP es animada por los dirigentes europeos.

Así, la política racista, antiinmigrantes, en Europa, ha contribuido a la mutación de un régimen turco cuyas conexiones con los grupos pro-Daesh y por tanto con la crisis regional en Próximo Oriente alimentan en gran parte el flujo de emigrantes que huye de la guerra en Siria. Es un verdadero círculo vicioso cuyo impacto internacional, pero también en el interior de Francia, se traduce en la influencia creciente del racismo. Para romperlo es necesario ganar tiempo sobre la mutación del régimen denunciando la represión de los kurdos en Turquía y el levantamiento de la inmunidad de los diputados del HDP (que será seguida de su encarcelamiento), apoyar la posible unión de las fuerzas kurdas de Siria con fuerzas surgidas del levantamiento popular sirio y condenar sin descanso la infame política migratoria racista europea (de la que el acuerdo con Turquía es un subproducto).

Emre Öngün. Activista franco-turco, doctor en ciencias políticas, es miembro del Ensemble! / Front de Gauche (particularmente activo en su comité internacional). Buen conocedor de los procesos históricos y políticos que impulsan la remodelación actual de izquierda turca en torno a las cuestiones de la autonomía kurda y la paz civil.