AGOSTO NEGRO 2004

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AGOSTO NEGRO 2004

Fue una noche sudorosa de agosto cuando un grupo de cautivos africanos se reunieron en las brumosas selvas de Marne Rouge en Le Cap, San Domingue. Fue agosto de 1791.
Entre estos hombres se encontraba un sacerdote vudú, Papaloi Boukman, quien predicó a sus hermanos que hacía falta una revolución en contra de los crueles esclavistas y torturadores que hacían de las vidas de sus prisioneros africanos un infierno viviente. Sus palabras, pronunciadas en lengua criolla resonaron a través de la historia y no dejan de conmovernos hoy en día, 213 años después:

“El Dios que creó el sol que nos da luz, él que despierta las olas y rige la tormenta, aunque las nubes lo oculten, él nos observa. Ve todo lo que hace el hombre blanco. El dios de los blancos les inspira a cometer crímenes, pero nuestro dios nos llama a hacer buenas obras. Nuestro dios nos trata bien y nos impulsa a vengar lo malo que nos han hecho. Él guiará nuestros brazos y nos ayudará. Tiren a la basura el símbolo del dios de los blancos que tantas veces nos ha hecho llorar. Escuchen a la voz de la libertad que nos habla en todos nuestros corazones”.

La Rebelión de agosto, 1791, se iba convirtiendo en la Revolución Haitiana, que trajo la libertad del pueblo afro-haitiano, el establecimiento de la República de Haití y el fin de los sueños de Napoleón para su Imperio Franco-Americano en Occidente.

Dos siglos antes de la Revolución, cuando toda la isla llevaba el nombre Santo Domingo impuesto por el Imperio Español, el historiador Antonio de Herrera dijo: ” Como resultado de las fábricas de azúcar, hay tantos negros en esta isla que la tierra parece una efigie o una imagen de la misma Etiopía”.* Haiti fue la fuente principal de la riqueza de la burguesía francesa. En la década antes de la Rebelión de Boukman, aproximadamente 29,000 cautivos africanos fueron importados a la isla cada año. Las condiciones eran tan brutales y el trabajo tan agotador que el típico africano sólo sobrevivía 7 años en los ingenios azucareros.

En 1804, Haiti declaró la Independencia después de derrotar lo que fue el ejército más poderoso de aquellos tiempos: el Gran Ejército de Francia. En la Declaración de Independencia de Haití, el Padre Fundador Jean-Jacques Dessalines proclamó: “Les he dado a los caníbales franceses sangre por sangre. He vengado a América.”

Al ganar su liberación, los haitianos cambiaron la historia debido a los siguientes logros:

a) Haití fue la primera nación independiente de América Latina.

b) Fue la segunda nación independiente en el Hemisferio Occidental.

c) Fue la primera República Negra en el mundo moderno.

d) Fue la única ocasión en la historia del mundo que un pueblo esclavizado rompió sus cadenas y derrotó una poderosa potencia colonial con el uso de la fuerza militar.

¿Qué es lo que la Independencia les trajo? La enemistad y enojo de los norteamericanos, quienes se negaron a reconocer a su vecino al sur durante 58 años. En las palabras del Senador de Carolina del Sur, Robert Hayne, los motivos por el no-reconocimiento estadounidense quedaban claros: “Nuestra política en lo que se refiere a Haití es evidente. Nunca podremos reconocer su Independencia… La paz y seguridad de una gran parte de nuestra Unión nos prohíbe “siquiera discutirlo” (Farmer, p. 79).

De muchas maneras, Agosto Negro (por lo menos en Occidente), empieza en Haití. Es el agosto más negro posible ––la Revolución, y la liberación de la esclavitud. Durante muchos años, Haití intentó pasar la antorcha de la libertad a todos sus vecinos, al ofrecer apoyo a Simón Bolívar en sus movimientos nacionalistas contra España. De hecho, desde el principio, Haití fue declarado un lugar de asilo para los esclavos fugitivos y un refugio para cualquier persona de ascendencia africana o indio-americana”.

El 1 de enero de 1804, el presidente Dessalines proclamó: “Nunca más pisará este suelo ningún colono o europeo como amo o terrateniente. De ahora en adelante, ésta será la base de nuestra Constitución”.

Pero fue el imperialismo estadounidense, no europeo, que condenó al pueblo de Haití al régimen cruel de los dictadores. Estados Unidos ocupó a Haití e impuso sus propias reglas y dictámenes. Después de su larga y odiada ocupación, el antropólogo haitiano Ralph Trouillot dijo: “(Ésta) mejoró nada y complicó casi todo”.

Sin embargo, esa ocupación imperial no borra los logros históricos de Haití. Durante las noches más oscuras de la esclavitud americana, millones de africanos en América del Norte, Brasil, Cuba, y más allá pudieron mirar hacia Haití, y soñar.

Desde el corredor de la muerte soy Mumia Abu-Jamal.