Libros, Noticias, Resto del Mundo — 13/01/2016 a 7:46 pm

Boletín Nyéléni 24, diciembre 2015. Bosques, comida, comunales

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Editorial:  Bosques, recolectar comida y los comunales

NYÉLÉNI

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Entorno al 75% de la población pobre mundial vive en áreas rurales de países en desarrollo. La mayoría sobrevive  gracias a la agricultura de subsistencia, la pesca artesanal y/o al pastoreo nómada y muchos no tienen tierras, trabajan como mano de obra temporera en granjas, plantaciones, piscifactorías y la industria. Sus necesidades alimentarias diarias se cubren principalmente con la producción local, la recolección de comida, la caza y la pesca –a menudo realizada por mujeres— en pequeñas granjas, zonas de pastoreo comunales, y en bosques, arroyos, ríos y lagos. El acceso reducido a estos ecosistemas o el descenso en la cantidad comida que se reúne en estos ambientes  conducen al hambre y a la malnutrición aguda.

Bosques, campos, laderas de colinas/montañas, humedales y masas de agua —que comprenden ríos, arroyos, lagos y mares- son fundamentales para las vidas, las culturas y la economía de las comunidades rurales de todo el mundo. Hay fondos fundamentales de la biodiversidad y literalmente preservan la vida. La comida, el agua,  la fibra, el combustible, las plantas medicinales y las raíces, la madera, la hierba, las hojas, la resina y otros materiales que proporcionan son las únicas redes de seguridad con las que cuentan las poblaciones rurales en los tiempos de adversidad. E incluso en los tiempos de bonanza, en las comunidades rurales que no son pobres, los alimentos silvestres -que se recolectan, cazan y pescan– suponen un componente importante de las dietas locales y tradicionales; los productos forestales no madereros (PFNM) y los recursos marinos son importantes fuentes de ingresos suplementarios.

Muchas comunidades —especialmente de pueblos indígenas- tienen bosques sagrados o espirituales, que también albergan las fuentes de los ríos y arroyos locales. Proteger el bosque significa, por tanto, proteger las fuentes acuíferas de las comunidades. Los bosques son espacios relevantes para la educación y el conocimiento local: los niños y niñas aprenden cuál es el valor de las plantas, los animales, los venenos y las medicinas al ir junto a los mayores al bosque. La demarcación entre bosque y tierras agrícolas a menudo está difusa por los cultivos itinerantes: campos que no están plantados se convierten en bosques, jardines vegetales y huertos de árboles frutales a menudo se plantan en los bosques pues aseguran condiciones de crecimiento propicias. Se asemeja a lo que sucede en las comunidades costeras y marinas, que veneran el mar como fuente de toda la vida y tiene elaboradas reglas socioeconómicas para proteger los ecosistemas sensibles. En este caso también los niños aprenden el valor de los distintos tipos de peces y de los recursos marinos y cómo tienen que aprovisionarse de ellos, con respeto y de manera sostenible. Las cosmovisiones de los pueblos indígenas en todo el mundo respetan la naturaleza como a los padres que dan y alimentan la vida, y enseñas a los pueblos y a las comunidades a vivir en armonía con la naturaleza.

Estas prácticas y los propios ecosistemas a los que dan forma se encuentran cada vez más en peligro porque los inversores, las empresas y los especuladores intensifican de la demanda en las tierras de cultivo, los bosques y las fuentes de agua y, también, por los cambios en tiempo y los patrones de precipitaciones debido al cambio climático. La conversión de paisajes naturales distintos en agricultura industrial y acuicultura, y el consumo intensivo de energía de los asentamientos humanos destruyen las funciones cruciales de los ecosistemas, como la de recargar acuíferos, mantener los nutrientes del suelo, la captura de carbono y compensar los ciclos naturales, y esto acelera el cambio climático. Exacerban la desigualdad de acceso a las tierras y a los recursos naturales tanto entre las comunidades como entre hombres y mujeres. Las comunidades locales se ven reducidas a parcelas de tierra más pequeñas y menos fértiles y se ven obligadas a confiar en una base menor que explotar para obtener comida e ingresos. Las reservas de agua dulce se ven monopolizadas por la industria y los ricos, lo que crea y aumenta la escasez de agua, generando conflictos entre la población local con relación al agua, los productos forestales y los comunales. En concreto afecta a los derechos de los pueblos indígenas para controlar,  usar,  administrar y  preservar territorios ancestrales.

Proteger y regenerar entornos naturales diversos y las distintas formas de alimentarse y vivir en armonía con estos entornos son elementos esenciales de la soberanía alimentaria. Resulta igualmente relevante que son una forma directa de resistencia a la mercantilización y la financialización de la naturaleza y ante los mercados capitalistas.

Shalmali Guttal, Focus on the Global South


 

Quiénes somos

En los últimos años, cientos de organizaciones y movimientos han participado en las luchas, actividades y diferentes tipos de trabajo para defender y promover el derecho de los pueblos a la soberanía alimentaria en todo el mundo. Muchas de estas organizaciones estuvieron presentes en el Foro Internacional de Nyéléni en el año 2007 y se sienten parte de un amplio Movimiento de Soberanía Alimentaria, que considera la declaración de Nyéléni 2007 como su plataforma política. El boletín Nyéléni quiere ser la voz de este movimiento internacional.

Las organizaciones involucradas son: Development Fund, FIAN, Focus on the Global South, Food First, Amigos de la Tierra Internacional, GRAIN, Grassroots International, IPC for food sovereignty, La Vía Campesina, Marcha Mundial de las Mujeres, Oxfam Solidarity, Radio Mundo Real, Foro Mundial de Pescadores y Trabajadores de la Pesca, TNI, VSF-Justicia Alimentaria Global, WhyHunger.