África, Noticias — 01/04/2015 a 8:55 am

Igualdad de derechos sobre la tierra para las mujeres de Tanzania

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Jennifer Duncan -The Guardian-
La nueva constitución del país constituye un hito importante, pero aún debe ser aprobada y puesta en práctica, un desafío al que también se enfrentan en otras zonas de África.

La nueva propuesta de constitución, que constituye un hito para Tanzania, proporciona a las mujeres igualdad de derechos en términos de uso y propiedad de la tierra.

Hasta ahora, en Tanzania las mujeres apenas disfrutaban de derechos sobre la tierra de la que dependen para alimentar a sus familias. A pesar de que la Ley de Tierras (Land Act) y la Ley de Tierras Comunales (Village Land Act) de Tanzania, ambas promulgadas en 1999, contemplan que las mujeres pueden ser propietarias de tierras, las prácticas consuetudinarias relativas al matrimonio y la herencia siguen discriminando fuertemente a la mujer. La constitución actual defiende la igualdad de derechos de propiedad para hombres y mujeres, pero no aclara a qué fuente se le debe dar prioridad cuando surge un conflicto: a la legislación o a las costumbres. Este tipo de conflictos existen en comunidades de todo el país y minan los derechos de las mujeres.

En Tanzania, y en gran parte de África, las prácticas consuetudinarias a menudo obligan a las mujeres a acceder a la tierra a través de sus padres, hermanos, maridos u otros hombres que controlan las tierras.

A raíz de ello, las mujeres se vuelven vulnerables y disminuye la productividad agrícola. Cuando las mujeres pierden el lazo con sus parientes masculinos, ya sea por causa de muerte, divorcio o migración, pueden perder sus tierras, hogares y medios de subsistencia para ellas y sus familias.

El nuevo texto constitucional podría invalidar las prácticas consuetudinarias que debilitan los derechos de las mujeres sobre la tierra, según informa la prensa local.

La garantía de igualdad de derechos sobre la tierra coincide con la atención que las comunidades internacionales de desarrollo y los gobiernos del África subsahariana vuelven a prestar a los derechos de las mujeres sobre la tierra. También coincide con una mayor comprensión del papel que ocupan los derechos de las mujeres sobre la tierra en nuestros esfuerzos por solucionar la pobreza generacional, la malnutrición y el empoderamiento económico de la mujer.

El tema se trató específicamente en el informe que el Grupo de Trabajo Abierto entregó a las Naciones Unidas sobre las necesidades de desarrollo cuando los Objetivos de Desarrollo del Milenio lleguen a su fin el próximo año. Los derechos de las mujeres sobre la tierra también fueron tema de debate en un panel de la Iniciativa Global Clinton de este año y uno de los temas centrales de la Conferencia Anual del Banco Mundial sobre Tierra y Pobreza.

Los estudios demuestran que en África, incluido Tanzania, las mujeres realizan prácticamente la mitad de las labores agrícolas. Sin control legal sobre las tierras que cultivan y las ganancias de su trabajo, las mujeres carecen tanto de incentivos como de seguridad y oportunidades para mejorar sus cosechas. Imagine por un momento la situación: las mujeres saben que si irrigan sus campos, o plantan una huerta o un cultivo de gran valor, es muy probable que no sean ellas las que recojan los beneficios. Mejorar sus cosechas no se traduce en más alimento para sus familias porque no tienen control sobre sus cosechas ni sobre el dinero que de ellas se obtiene.

Los estudios confirman que a las mujeres se les asignan habitualmente las parcelas de tierra más pequeñas y menos productivas. Esto afecta el modo en que las mujeres cultivan. Afecta su capacidad para alimentar a sus hijos. Afecta su capacidad para desprenderse de relaciones abusivas. Afecta su capacidad para mantenerse y trabajar por un futuro mejor.

Para mejorar la seguridad alimentaria y el estatus de la mujer, así como para cumplir con nuestros objetivos de desarrollo, debemos cambiar la relación de las mujeres con las tierras: de trabajadoras agrícolas deben convertirse en propietarias y administradoras de sus tierras.

El conocimiento sobre el papel fundamental que desempeñan los derechos de las mujeres sobre la tierra ha fomentado cambios en las legislaciones y políticas de otras regiones del este de África. En 2010, Kenia adoptó una nueva constitución que garantizaba a las mujeres una protección sin precedentes de su derecho a poseer tierra y otros recursos familiares. Durante la última década, Ruanda ha estado trabajando para garantizar la protección de los derechos de las mujeres sobre la tierra mientras el país ponía en marcha su programa de registro de tierras. Siete años más tarde, Etiopía lanzaba una campaña de sensibilización con el objetivo de mejorar la información relativa a los derechos de las mujeres sobre la tierra en paralelo a un proceso de certificación de tierras. Estos cambios proporcionaron derechos, protección y libertades sin precedentes a muchas mujeres de aquellos países.

Claro está que aprobar leyes que respalden el derecho de las mujeres sobre la tierra –a pesar de ser un gran logro– no necesariamente supone que todas las mujeres lleguen a la meta. El derecho de las mujeres sobre la tierra debe aplicarse plenamente. Se trata de un desafío mundial.

El primer ministro tanzano, Andrew Chenge, bien merecía los aplausos que recibió la semana pasada cuando leyó ante la asamblea constituyente la cláusula relativa al derecho de las mujeres sobre la tierra en la nueva constitución. Pero asegurémonos de que el festejo no sea prematuro. Aún es necesario aprobar la constitución en el plebiscito del próximo año y aplicar las nuevas cláusulas para que las mujeres agricultoras de Tanzania desarrollen al máximo su potencial.